sábado, 16 de agosto de 2014

¿Bostezan los monos si ven hacerlo a una persona?




Es bien conocido el fenómeno de que a una persona le entren ganas de bostezar si ve hacerlo a alguien con quien convive. Ello se considera una señal inconsciente de empatía. Los perros también tienden a bostezar cuando ven hacerlo a una persona de su entorno habitual. ¿Ocurre lo mismo con el mono?

La habilidad de experimentar las emociones de otros es difícil de cuantificar en cualquier especie, y, como resultado de ello, es complicado medir la empatía de una forma objetiva. La transmisión de un sentimiento de un individuo a otro, algo conocido como “contagio emocional”, es la forma más básica de empatía. Los sentimientos se ponen de manifiesto mediante expresiones faciales (por ejemplo, la pena, el dolor, la alegría o el cansancio), y estos sentimientos pueden viajar desde un “rostro emisor” a un “rostro receptor”. Con la recepción, la reproducción de expresiones faciales va unida en el sujeto receptor a la evocación de una emoción similar a la experimentada por el individuo emisor.

El “contagio del bostezo” es una de las formas más generalizadas y aparentemente triviales de contagio emocional. Por eso resulta más fácil de identificar y analizar que otros contagios de emociones.

En un nuevo estudio, el equipo de Elisabetta Palagi, Ivan Norscia y Elisa Demuru, del Museo de Historia Natural, adscrito a la Universidad de Pisa en Italia, comparó directamente el efecto del contagio del bostezo entre humanos y bonobos. Estos, junto con los chimpancés, son nuestros parientes evolutivos más cercanos.

A lo largo de cinco años, los autores del estudio observaron tanto a humanos como a bonobos durante sus actividades cotidianas, y reunieron datos sobre el contagio de bostezos aplicando el mismo enfoque etológico y las mismas pautas de catalogación.


Dos características del contagio de bostezos se compararon: Cuántas veces los sujetos respondían a los bostezos de los demás, y con qué rapidez. Curiosamente, cuando el sujeto que bostezaba primero y el que lo hacía justo tras verle no eran amigos ni parientes, los bonobos respondían a los bostezos de los demás con la misma frecuencia y rapidez que los humanos en la misma situación. Esto significa que la suposición de que el contagio emocional es mayor en los seres humanos que en otras especies no se cumple en todas las ocasiones.

Sin embargo, los humanos sí respondieron con más frecuencia y con más prontitud que los bonobos cuando quienes bostezaban primero eran amigos o parientes, probablemente debido a que las intensas relaciones entre humanos se sustentan sobre fundamentos emocionales más complejos y sofisticados, vinculados a la cognición, la capacidad de memoria y la riqueza de los recuerdos.

En conclusión, los resultados de este estudio sugieren que las diferencias en los niveles de contagio emocional entre los seres humanos y los bonobos son atribuibles a la calidad de las relaciones compartidas por los individuos. Cuando la complejidad de los vínculos sociales típica de los seres humanos no interviene, el Homo sapiens desciende de su rama habitual en el árbol de la empatía para volver a la rama básica que humanos y simios compartimos.


fuente/http://noticiasdelaciencia.com/

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